No. 1 Año 3        ISSN:1684-185

Editorial  



Reflexionar acerca de los puntos de contacto entre la Informática Médica y la Bioinformática con miras a las inminentes decisiones que será necesario tomar para la inclusión de contenidos de Bioinformática en la educación médica resulta una necesidad apremiante, la reflexión puede constituir además un punto de partida para las definiciones y decisiones necesarias al respecto de la formación de postgrado en esta rama.

La Informática Médica o Informática en Salud, los términos en general se utilizan indistintamente, es una disciplina con más de 40 años cuyo quehacer se ubica en la intersección entre las ciencias de la salud y las de la información, es multidisciplinaria porque aborda la medicina y la salud pública en su más amplia acepción y porque se ejecuta por investigadores y especialistas provenientes de diferentes formaciones.

El término Bioinformática es relativamente reciente, aparece por primera vez en la literatura en 1991, su significado ha ido evolucionando desde designar un conjunto de técnicas para manejar los inmensos volúmenes de datos que se originaban cada vez en menor cantidad de tiempo como producto de los diferentes proyectos de genoma, hacia una ciencia que aporta elementos analíticos para entender la genómica y modelar procesos y sistemas biológicos, sus hallazgos tienen implicaciones aplicables a todos los campos de las ciencias de la salud y ya están revolucionando estas. La explosión y perfeccionamiento del fenómeno Internet ocurrido en la propia década del 90, que facilita el acceso a bases de datos remotas, convirtiendo la información en un recurso universal, unido a la necesidad de procesamiento mencionada sirvió entre otros aspectos (pueden mencionarse los biochips entre ellos), como catalizador del desarrollo de la Bioinformática en la última década del siglo pasado.  

Algunos especialistas de renombre en el mundo se preocupan por la falta de introducción de los conocimientos de Bioinformática en la enseñanza universitaria, incluso alertan en cuanto al peligro que se corre de no rectificarse este problema. En la actualidad la formación de Bioinformáticos es eminentemente autodidacta, solo existen estudios de pregrado en unas pocas universidades y a nivel de postgrado para la formación de master en otras.

Se ha planteado en numerosos foros que la universidad precisa urgentemente de movilizarse para formar este profesional crucial para la medicina del siglo XXI.

Existe una polémica a nivel internacional en la que se analiza la convergencia de la Informática Médica con la Bioinformática e incluso se dedican congresos a este tema específico.

La Bioinformática, más allá de las Ciencias de la Salud tiene un amplísimo espectro con aplicaciones específicas en diversas ramas de las Ciencias Biológicas y las Ciencias de la Computación. No se hable pues de convergencia entre la Informática Médica y la Bioinformática sino de amplias zonas de intersección y fructífera sinergia.

No es recomendable ni inteligente dejar que siga trascurriendo el tiempo sin comenzar a familiarizar a nuestros estudiantes de pregrado con el término Bioinformática y algunos de sus elementos esenciales.

La Informática Médica es una disciplina integrada a los  planes de estudios de las especialidades de Ciencias Médicas, sus asignaturas se perfeccionan y el plan director de Informática Médica constituye la estrategia para la integración de la misma como una herramienta para el trabajo docente del estudiante a lo largo de toda la carrera. 

En la educación médica superior cubana el escenario natural para la enseñanza de la Bioinformática es la disciplina Informática Médica. La razón indica que en ésta deben ser incluidos cuanto antes los conceptos básicos de la Bioinformática, así como se incluyeron hace unos años los de telemedicina, redes e Internet. Se ha trabajado en la preparación de un curso electivo de Bioinformática para el pregrado y se han reunido los esfuerzos de los interesados de los más diversos polos académicos y científicos para aunar fuerzas en el empeño.

Pero el desarrollo de la actividad docente genera necesidades:

  1. Formación de los actuales docentes de Informática Médica en los conceptos básicos de Bioinformática.
  2. Definición de los objetivos y las formas de enseñanza conque se van a abordar estos conocimientos en el pregrado.
  3. Definición de necesidades de aprendizaje de Bioinformática en los actuales especialistas de nuestro Sistema Nacional de Salud especialmente los de Ciencias Básicas así como la inclusión de la Bioinformática en los planes de especializaciones tales como Bioquímica, Farmacología, Genética e Inmunología.
  4. Seguir muy de cerca el desarrollo de la actividad docente de pre y postgrado para diseñar cuando sea oportuno primero un diplomado en Bioinformática y después dedicar a esta ciencia un perfil terminal de la maestría Informática Médica o cuando el desarrollo de la investigación en esa rama en nuestro medio lo recomiende trabajar para la definición de una maestría en Bioinformática.

Nos encontramos en una situación semejante a la que se presentó en el año 1973 cuando en la Educación Médica Superior se dieron los primeros pasos para incluir la enseñanza de la entonces nueva ciencia de la computación en el plan de estudios de las carreras de Medicina y Estomatología. En aquellos momentos la sabia decisión que se tomó fue la de incluir tres conferencias obligatorias de computación para todos los estudiantes, desplegando además un plan de captación y formación de alumnos ayudantes y un proceso para la formación de especialistas de Computación aplicada a la Medicina.

El trabajo comenzado hace 30 años por el profesor Presno Albarrán posibilitó la existencia de la disciplina  Informática Médica en la Educación Médica Superior Cubana, el posterior desarrollo de software para la ayuda a la enseñanza de las Ciencias Médicas y los estudios académicos de postgrado que hoy oferta nuestra universidad médica, todo lo cual en su conjunto nos sitúa en una condición favorable para asimilar el desarrollo y la enseñanza de la Bioinformática

MSc. Nerys González García.

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